Todo
sucedió en el corazón de Nicaragua. Mientras el mundo ignoraba los chillidos de
Rubén Darío, el lugar dejó de ser una simple casa esquinera del pueblo San
Pedro de Metapa, para convertirse en la Belén de la literatura latinoamericana.
10:00
a.m. 147 años después del magno acontecimiento, el sitio “La Casa Cuna” es un museo que el aire fresco y expreso roza sus pareces blancas
reconstruidas en 1999 con fondos de la Unesco, después del deterioro provocado
por el huracán Mich.
La casa
es sencilla, baja, con una baranda de roble en la puerta y techo de tejas. El
color blanco de las paredes y las tres ventanas abiertas dan claridad en el
lugar. Pasada la puerta, la sala es
pequeña y en una de las paredes cuelga un arado de bueyes.
Se
envuelve el leve olor a ladrillos mojados con la esencia de la madera. El
dieciocho de enero es el día más concurrido del año. Pisan el lugar más de dos
mil personas.
En
el interior hay dos entradas que llevan a un cuarto reducido, ahí la cama dondedurmió Darío espera en la oscura soledad,
y a la cocina donde cuelga untapesco que gira a fuerza del viento.
En
el centro del patio hay una tarima donde está el monumento a Rubén Darío, obra del escultor Fernando Saravia.
Inaugurado en el centenario del nacimiento del bardo, celebrado en el año 1967,
bajo la presidencia de René Shick.
Entre
la tarima y la carreta, los rayos del sol se filtran con dificultad entre el
follaje del gran árbol de mamones, de los
laureles y los mangos. El canto de los cenzontles con el trineo de las palomas castillas armoniza
el lugar.
En
el patio, la guía y la coordinadora del
museo, Irazema Ruiz Gutiérrez abre
la sala de exhibición. Ella tiene un semblante
triste pero su mirada es noble y penetrante. Viste de tenis, pantalones
vaqueros oscuros y camiseta negra.
Tiene 13 de sus 40 años
trabajando aquí y cuando abrió la puerta de la
sala de exhibiciones recordó a sus dos hijos Marcelo de 3 y Mateos de 12 años, que
deja al cuidado de su mamá Celina Gutiérrez
de 59 años. En especial la atención de
Marcelo que sufre atrofia cordical, enfermedad que le impide el crecimiento, la
movilidad y el habla.
Abre
la tapa de su celular azul, la imagen de fondo de la pantalla muestra a un niño
grande, gordito, moreno y en pañales. Es su inspiración, temía de su cuidado cuando
el doctor le dijo que su hijo no sería normal. Pero las decisiones se toman en fracciones
de segundos y repercuten toda la vida. Ella sonríe.
Para
cuidar la humilde casa donde nació el prodigioso niño, necesita historia e
información de primera mano, por eso tiene acceso directo con los intelectuales Jorge Eduardo Arellano y
Eddy Kull.
—Esos
señores son aficionados a Rubén Darío— piensa cuando sigue recordando.
En
la sala de exhibición. Irazema revisa el buen estado de los murales de la cronología de la vida del poeta, compilada por el
poeta Julio Valle Castillo. Luego se detienen ante el óleo
del pintor Rubén Cuadra: un retrato de cuerpo entero del príncipe de las letras
castellanas en traje diplomático, data
de 1987.
Y
después vela que estén limpios los 37 retratosde las Musas Darianas desde 1952 hasta el 2010, que yacen en una de lasparedes. Así termina su inspección. Y está lista para guiar a las personas que
visiten la casa durante el día.
Darío
sigue naciendo entre turistas nacionales y extranjero, estudiantes,
intelectuales y curiosos. En el 2012 se registró 6, 500 visitas a la casa, es
decir Irazema hizo pensar a todas esas personas que Darío es el poeta humilde y
trascendental. Pasado el año 2013, se registró 9,9043 visitas formales, las
actividades culturales como conciertos y pastorelas no incluyen estos datos.
Entonces en 2013, más de 9,9043 carretas se llevaron una Rosa Sarmiento y un
niño en sus brazos.
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